viernes, 4 de enero de 2013

Nuestra venganza, ser felices

Fue un 8 de marzo. Las militantes de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia lanzaban al aire trozos de papel con frases y lemas tales como "Manolo, la cena te la haces solo", "Ante la duda, tú la viuda" o "El príncipe azul no existe, el macho maltratador sí". A mi me llamaron la atención esas ideas emancipatorias que volaban al aire para después caer al suelo mojado de la noble villa así que iba recogiendo entre las piernas de la gente los papelitos para llevármelos conmigo. Durante estos años, esas frases me han acompañado pegadas a una corchera, con manchas de pisadas y todo. Cantaban dentro de mi y me hacían sentir el poder de la "manada".

Una de esas frases decía: "Nuestra venganza, ser felices". Me llamó la atención, me hizo pensar detenidamente su significado profundo. Me hizo darme cuenta del calado ético de la propuesta feminista, que no se trataba de jugar en los términos de guerra que marca el imaginario patriarcal, por el cual el objetivo es la destrucción de la otra parte, y de no ser así, al menos su mayor infelicidad posible. Al contrario, esa lógica se rompe cuando el centro se vuelve hacia una misma y el objetivo no es la destrucción sino el bien.

Pero más allá de lo dicho hasta ahora, hoy, a comienzos del año 2013 y tras dejar atrás un "anno horribilis" para nuestra sociedad vasca, la española y europea en lo económico y social, quiero destacar el significado de esa frase que se me quedó grabada por cuanto pone el acento en la resistencia emocional. Ser felices, o mantener una actitud positiva combativa, esperanzada, individualmente al tiempo que colectivamente, es una de las recetas para afrontar el panorama de cutrerío generalizado, no sólo en lo referente a lo económico sino también en lo emocional. Enfrentarse día a día a las noticias negativas que hablan de índices económicos que no sabemos muy bien interpretar, de economistas neoliberales que echan la culpa a la ciudadanía por los excesos, de analistas que aciertan en el análisis y nos dicen que en esta nos han metido quienes manejan los hilos de un sistema capitalista especulativo con la complicidad de la clase política mientras nos culpan a nosotras y nos hacen pagan los platos rotos. Deshaucios, bancos de alimentos desbordados de trabajo, suicidios y cómo no, una violencia contra las mujeres que no cesa. 

En este panorama gris y plomizo, darle color a la vida es un acto titánico, una transgresión, nuestra salvación, y también nuestra pequeña venganza, para qué negarlo. Valorar las luchas diarias de la gente por mantener la dignidad propia y ajena, aplaudir las luchas colectivas y los procesos amables y humanizantes que se cultivan por el camino, poner un altavoz a la ternura, la amistad y las risas, es nuestra forma, mi forma de desistir emocionalmente al tsunami de tristeza y desesperanza.

No soy de las que piensa que la esperanza es el señuelo de los poderosos para mantener sometidos a los grupos subalternos. Al contrario, soy de las que piensa que la esperanza, la tozudez y por supuesto, la lucha colectiva en diferentes ámbitos y para diferentes dimensiones, es y será nuestra salvación. Yo tengo esperanza en que este año hagamos dimitir a Rajoy. No es un brindis al sol, es una posibilidad que se puede lograr porque es muy factible que el sr. Mariano siga ahogándonos apretándonos el cinturón (al cuello), al tiempo que es factible que la presión de las masas enfurecidas le haga tomar una decisión, antes de que su tez que se está tornando blanca amarillenta, acabe siendo verde-moho. Y mucho de ello depende de todas y cada una de nosotras ( y nosotros). Si fue posible el estallido inesperado del 15M, será posible otro estallido enrrabietado cualquier otro día del año 2013.

Mientras tanto, resistiremos en casa y en la calle, económica y socialmente, racionalmente y emocionalmente. Resistiremos y reiremos. Resistiremos riendo. Resistiremos y sonreiremos. Resistiremos sonriendo. Resistiremos y saldremos a la calle. Resistiremos saliendo a la calle. Resistiremos y haremos el amor. Resistiremos a través de la ternura. Resistiremos y bailaremos.

¡Buen año 2013 para la buena gente!