domingo, 15 de diciembre de 2013

Talento joven y sin miedo

La juventud es uno de los colectivos objeto de numerosos estereotipos. Los medios de comunicación con sus noticias acerca de botellones, uso de droga entre adolescentes o menores violentos, alimentan una imagen negativa de una realidad que es muy plural y que posee un gran potencial creativo, propositivo, incluso artístico.
El programa Beldur Barik (en euskera Sin Miedo), impulsado por la agencia de igualdad de la red de municipios vascos-Eudel y por el Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde, es un perfecto escaparate donde apreciar las capacidades de las personas jóvenes, en este caso, a la hora de generar mensajes contra la violencia a las mujeres y en favor de un mundo libre, sin miedos. 
Este año, en la tercera edición del concurso de cortos por la igualdad de género, se han presentado más de 150 trabajos, donde se trataba una gran variedad de temas. Desde los referidos explícitamente a la violencia en pareja, donde se va incluyendo la presencia del control masculino de la forma de vestir de las chicas, y el móvil como medio por excelencia de ese control; pasando por la denuncia de los numerosos roles y estereotipos de género que limitan las vidas tanto de hombres como de mujeres, ya sea en el ámbito doméstico, como laboral; hasta nuevos y refrescantes temas, algunos de ellos premiados, precisamente por poner sobre la mesa nuevas temáticas o nuevos enfoques al tratar las cuestiones de la igualdad de género. 
Sin embargo, desgraciadamente, como suele pasar en los concursos, muchos trabajos quedan fuera, sin el reconocimiento que merecen por eso de que hay que jerarquizar y escoger. Pero justo es dar difusión a composiciones como la que traigo en esta ocasión aquí. Un videoclip donde se pueden ver diferentes rostros de mujeres, en diferentes situaciones vitales y de variados estratos socioculturales. Mujeres que padecen violencia de género, pero que se levantan, y danzan el baile de su propia vida. Se ponen de pie y muestran su "aquí estoy", rompiendo la imagen de víctima que demasiado a menudo se asocia con las mujeres que sufren violencia machista. 
En última instancia, es la belleza de la música, de una voz que canta emocionada a aquellas que ya no están. Es la fuerza de la política del reconocimiento. Es la delicadeza de una danza lo que me hace disfrutar de este clip.
Tanto talento no debería pasar desapercibido, tras la entrega de los premios. Esta oportunidad para sumarnos a la ola de creatividad y energía joven sería un desperdicio.