lunes, 14 de marzo de 2011

Devuélvanme mi regla



















Recuerdo mi temprana adolescencia invadida de conversaciones, dudas y una cierta expectación asociada a la regla. Las chicas compartíamos las cosas que habíamos oído, las recomendaciones y mitos que había a nuestro alrededor. Todo ello pasaba de boca a boca entre las mujeres, con los hombres no se hablaba de ello. Así fui creciendo, asumiendo que los chicos sabían más o menos sobre este asunto, pero que de alguna manera agradecían que no les hiciéramos partícipes de cuestión tan incómoda para ellos.
Mi madre fue una pieza fundamental a la hora de poner un poco de claridad en aquel "totum revolutum" de informaciones contradictorias. Que si era mejor no lavarse, que era mejor lavarse. Que no se podía ir a la playa, que sí se podía. Que si se cortaba la leche si la tocaba una mujer con la regla, que si eran cosas de viejas. Hasta que un buen día tuve una larga conversación con ella, de la que extraje como conclusión que era bueno tomar con la mayor naturalidad posible la menstruación y que nada de esas maldiciones sobre las mujeres menstruantes tenía razón de ser. Supongo que estábamos transitando de un modelo premoderno a un modelo moderno de entender nuestra experiencia de mujeres "de rojo". Mi madre no había tenido ninguna conversación con la suya cuando tuvo la regla por primera vez. Era un asunto tan invisibilizado que parecía entenderse que cada una se las tenía que arreglar a su manera.
Sin embargo, nadie me cantó las alabanzas a la regla. En el ambiente flotaban frases como "qué rollo es esto de tener la regla", "los hombres lo tienen más fácil". No recuerdo haber sido muy anti-menstruación, pero tampoco era lo más maravilloso del mundo, porque era molesto y sobre todo, dolía. Las alteraciones premenstruales no eran mejores. Algunos meses experimentaba oleadas de tristeza y melancolía, de pesimismo y autocompasión.
Después llegó la juventud y las diversas opciones anticonceptivas. Nadie del personal sanitario, y digo nadie, nos informó sobre las consecuencias que tenía la administración de hormonas para nuestra regla. Todo eran ventajas: se aplacaban los dolores y se regulaban las menstruaciones irregulares. Y si nos hubiesen advertido de que nuestros cambios hormonales, nuestros ciclos mensuales como tal desaparecerían, probablemente no nos hubiese importado.
Sólo recientemente, entre mi círculo de amistades feministas pude oír alabanzas. Me hablaron de la experiencia de la menstruación como algo positivo, como una oportunidad para el contacto con nuestro cuerpo, la naturaleza y sus ciclos. Pero la verdad es que no integré todo el cuadro hasta que, hace un año tuve la suerte de ver el reportaje "La Luna en Tí-Moon inside you", y que ahora está disponible para su visionado en TvE hasta el día 27 de marzo. En este valioso documental, Diana Fianova hace un recorrido personal y político partiendo de las preguntas que se llevaba años planteando. ¿Por qué duele la regla?¿Merece la pena medicarse para no menstruar? ¿Se puede tener una experiencia positiva y placentera con la menstruación? En esa búsqueda, se va topando con personas expertas en la materia desde las más diversas disciplinas que le van aportando interesante información para la reflexión.
No voy a hacer un resumen, recomiendo que no os perdáis la oportunidad del visionado completo del documental, y que aprovechemos el tirón para hablar sobre el tema, sacarlo del silencio y el tabú, y empezar a ondear la bandera roja.También están invitados los chicos a compartir sus experiencias con menstruaciones ajenas, mujeres que la tuvieron y ya no la tienen o las que nunca la tuvieron o las que aún no la tienen. Termino transcribiendo una de las ideas que me ha resultado más interesante del reportaje. La psicoterapéuta Alexandra Pope afirma:
"Es difícil sentirte positiva en cuanto a tu regla cuando estás sufriendo. Y parte del sufrimiento se da porque no sabemos cómo valorar el ciclo. En mi experiencia a lo largo de muchos años enseñando a mujeres, cuando ellas empiezan a valorar el ritmo del ciclo y a reconocer que en diferentes momentos hay distintos estados de ánimo, de emociones y de niveles energéticos, entonces empiezan a fluir con esas energías. Al fin y al cabo, algo realmente hermoso empieza a desarrollarse. Por ejemplo, gran parte de la irritabilidad premenstrual, se da a menudo porque la mujer quiere retirarse y hacer menos, y estar ahí menos para los demás, porque la menstruación te empuja a volverte a ti misma, te ayuda a ocuparte de ti misma, así que la mujer debe plantearse volverse hacia sí misma profundamente, pero no reconoce que el mundo no admite tal cosa, así que está tratando de hacer dos cosas al mismo tiempo, está tratando de estar profundamente con ella misma y atendiendo a los demás, y eso crea irritabilidad. Pero en el momento en que una mujer empieza a decirse "sí, necesito tiempo para mí en este momento, esto es importante, esto es sano". Entonces pueden ser más asertivas y decir "no, ahora no, necesito atender mis propios asuntos"
Vaya, vaya... resulta que esos dolores tienen que ver con nuestro estar en el mundo, cuando las demandas del entorno y nuestras propias necesidades y deseos entran en colisión. Interesante ¿no? Ahora va a resultar que la regla va a ser, no esa bruja malvada que aparece cada mes para fastidiarnos unos cuantos días, sino la diosa que nos ayuda a ponernos en contacto con nosotras mismas, y que nos invita a dejar de ser seres-para-otros, demandadas infinitamente hasta la extenuación, y que digamos "no", para dedicarnos a nosotras mismas.

3 comentarios:

  1. Gracias por los comenterios, a esos tabus, parece que este mito se va cayendo y nada mejor que hacer conscientes a nuestraos jovencitaos y futuras mujeres, saberlo con antelacion para que lo asuman sanamente.
    Muchas personas han pasado por situaciones muy dolorosas y fuertes, por no sober o solo intuir lo que se pasaba.
    Conoci a una adolecente y ella misma me lo contó, de como viviendo en un colegio sus educadoras no se plantearan nunca el preguntarle abiertamente del porque teniendo casi 18 años no le llegara su mestruacion y solo con las indirectas esta joven iva descubriendo que algo raro pasaba con ella, era un mito.
    Esto proboco en la joben mucha asinsiedad, dudas miedos, llegó al punto de hacerse daño para ver si provocava la tal cosa que no comprendia, pues nadie le explicaba y solo eran insinuaciones y bromitas... ¡Que absurdo! ¿no? Pues es que de no ser asi, esta persona estava condenada a ser espulsada del colegio, por que esto no era "normal".
    Por eso, me he alegrado mucho de que aunque todavia esista este tabu, me perece muy bueno que salga de una forma tan natural y bonita.

    Gracias

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  2. Qué gran diferencia, de sentirse sola y estigmatizada, a sertirse acompañada ¿verdad? Creo, y el reportaje lo refleja bastante bien, que hay una dimensión social y grupal en esto de la menstruación que de alguna manera nos hemos perdido (pero podemos recuperar).
    Recuerdo el libro titulado "La tienda roja", donde las mujeres se reunían cuando estaban menstruantes, para los partos y pospartos y esos tiempos de llamada "impureza". Ese espacio servía para contar historias entre las mujeres, para reforzar los lazos y también librarse de las tareas domésticas ;)

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  3. gracias por tratar el tema con tanto cariño, me ha venido muy-muy bien justo hoy, lo compartiré y prometo no cabrearme más con mi regla que tanta guerra me da.

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