lunes, 20 de septiembre de 2010

Mujer y pobre en tierras del Sha


La novela histórica El Rojo de las Flores de Anita Amirrezvani (Ed. Salamandra) nos transporta a la vida de una adolescente en el Irán de principios del siglo XVII. La protagonista sin nombre lleva una vida humilde pero apacible a sus 13 años, rodeada del amor de sus padres y la pronta esperanza de que ellos puedan reunir el dinero de la dote para poderla casa con un hombre que le asegure su felicidad para el resto de sus días. Pero la predicción anual de las estrellas habla de un futuro lleno de tribulaciones. Ella pronto comprobará en sus propias carnes que cuando la mala fortuna se une a unas condiciones desventajosas para las mujeres, el presente y el futuro tienen mala cara para ella y su madre. Tras la inesperada muerte de su padre, se ven obligadas a emigrar a la capital, Isfahan, a suplicar apoyo a unos familiares acomodados. Las diferencias económicas marcarán las relaciones que ellas tengan con sus tíos lejanos y primas, que les acogerán en casa como sirvientas; pero también estarán presentes en la amistad que establecerá con una niña de su edad de la ciudad. Su posición económica debilitada también será un impedimento para reunir la dote que le permita casarse de manera regular y permanente, por lo que un rico hombre de negocios le ofrecerá un sighe o matrimonio temporal.

Resulta interesante esta figura del sighe, ya que era un contrato perfectamente legal para ambas partes pero que resultaba tremendamente desventajoso para la mujer a efectos de estatus y prestigio social, ya que al perder la virginidad se veían disminuidas sus posibilidades de conseguir un matrimonio regular, y estaba muy mal visto para las mujeres aceptar ese tipo de contratos, no para los hombres, que podían adquirir tantos como se pudiesen permitir económicamente. Las mujeres recibían una cantidad de dinero por este contrato, con lo cual, muchas de ellas recurrían a esta fórmula en caso de escasez material, pero solían mantenerlo oculto para no ser despreciadas por su comunidad.

En el matrimonio de la época y la variante del sighe podemos encontrar el componente económico del matrimonio y apreciar cómo las mujeres eran vistas como una carga para las familias, que tenían que conseguir dinero para poder casar a las mujeres y darles el futuro que se esperaba para ellas, como cuidadoras de la casa y madres de los hijos del hombre.

Con el matrimonio convencional y definitivo, las mujeres encontraban refugio para su reputación, siempre amenazada si no se encontraban bajo el amparo de ningún hombre. Y en el caso del sighe, la línea entre el matrimonio y la prostitución se hace tan estrecha que apenas resulta posible distinguirlo a nuestros ojos, ni tampoco a los de aquella época, donde las mujeres eran despreciadas por aceptar este tipo de contratos.

La trama acaba resultando una historia apasionante de lucha en unas condiciones sociales tremendamente desventajosas para las mujeres. La protagonista demuestra gran tesón, fuerza de carácter y capacidad de superación de las dificultades de manera creativa, a través de su habilidad para diseñar y tejer alfombras. Su tío, maestro y protector, le asegura en varias ocasiones que si hubiese nacido hombre, le habría esperado una exitosa trayectoria en los talleres de alfombras del mismísimo Sha. Otra suerte tuvo que correr por ser mujer. Sin embargo, con el paso de los años ella aprende que, a pesar de no llevar la vida que habría esperado, se había convertido en una mujer con cierta libertad para elegir, incluso más que las propias mujeres del Sha, encerradas en sus bellas jaulas de princesas, pero a la merced de la voluntad cambiante del poderoso varón reinante.

Anita Amirrezvani nos presenta una bella historia alrededor del arte de la fabricación de alfombras, venerado en aquella época con gran devoción y nos sumerge en un paisaje de las Mil y Una Noches, que nos envuelve en los olores, colores y sabores del Irán de la época. También nos señala los espacios delimitados para las mujeres, las normas de vestimenta que no les permitían ni mostrar su rostro en público, y la constante vigilancia a que se veían sometidas por sus familias, siempre preocupadas por que preservaran una reputación que les permitiera concertar un ventajoso matrimonio.

Así, las mujeres pobres estaban encerradas en jaulas de hierro oxidado, mientras que las mujeres que rodeaban a los hombres poderosos se veían atrapadas en cárceles de oro y piedras preciosas, incapaces de decidir sobre su propia existencia. Pero la historia de El Rojo de las Flores es ante todo un relato de lucha contra un presente y un futuro escrito tanto en las normas sociales como en las estrellas, porque la historia está llena de mujeres anónimas que lucharon con tesón por superar las situaciones desfavorables en que se vieron envueltas.


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