martes, 26 de enero de 2010

Volver a la cárcel

Estas semanas estoy gestionando la información del trabajo de campo que realicé en la cárcel de Nanclares de Oca (Álava) durante 2008.
Ya he curado las heridas producidas por mi larga estancia en prisión. Me he dado tiempo, incluso, a echar de menos entrar en una cárcel, teniendo en cuenta que es el primer año entero que no pongo un pie en alguna de ellas desde que en 1997 me estrené.

Vuelvo a ellas a través de mis notas y las grabaciones. Vuelvo a tomar café con ellas, a respirar ese aire cargado de olor a cárcel y humo de tabaco, y vuelvo a sentir el frío de las rejas, el incesante sonido de la sirena, de las incomprensibles llamadas de las funcionarias, de los gritos de las presas. Percibo a lo lejos la zozobra diaria al entrar, como tirarse a una piscina en cada ocasión, con el cuerpo temblando con el “qué pasará hoy”.

Quiero estar en el lugar que se ha convertido en mi palpitar, allá con las pobres y desposeídas de nuestra sociedad. Quiero que ellas sigan siendo el alma y aliento de esta tesis doctoral, aunque duela entrar en esas grabaciones llenas de dolor y lágrimas.

1 comentario:

  1. Sin duda, con tu genial descripción, haces que una pueda sentir esa sensación de la cárcel, sin estar alli, aunque creo que es algo tan duro, que ni se imagina. Una gran labor, la de tu tesis. Muchos besos

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