domingo, 7 de noviembre de 2010

Pechos para el sistema

Esta semana se ha levantado polvareda a propósito de un artículo publicado en el Magazine de El mundo. El articulo se titulaba Lactancia natural: La era de las "madres-vaca" y ha sido contestado por Mª Carmen Iglesias de la Cruz, doctora en farmacia, y otras mujeres que han firmado la carta, apreciando inexactitudes científicas y falta de respeto porque, dicen, se nos compara con vacas.
En mi opinión, el título es claramente provocador. Si se nos está animando, presionando y premiando por dar el pecho, quizás para el sistema no seamos más que tetas para amamantar y dar gusto a los varones, cuerpos-florero para agradar la vista o úteros para procrear según las necesidades del momento.
A nadie se le escapa las virtudes de la leche materna. No seré yo quien diga que es mejor nutricionalmente que la leche en polvo. Pero tampoco se puede afirmar que sea beneficioso para la la salud del bebé una madre frustrada, triste, confusa y culpabilizada. Lo ideal sería, dado que la lactancia de los bebés es un derecho y un bien social, que toda la sociedad se hiciese cargo de velar por ello. Una consecuencia directa sería otorgar mayores "beneficios" laborales a las madres lactantes. No es casual que el índice de natalidad más bajo del mundo sea el del Estado Español y que las madres dejen de dar el pecho a los 3 meses.
Me uno a la sospecha del artículo y me pregunto a qué viene tantas presiones para que amamantemos, tantas loas a la maternidad. ¿No será que ahora que sobra gente en el mercado laboral nos quieren en casa? El trabajo en el mercado laboral no es la gran panacea, pero no debemos olvidar que la autonomía económica ha sido uno de los logros más grandes de las mujeres en la época contemporánea. ¿Que hay quien elige dejar de trabajar para cuidar de las criaturas? Pues bienvenido sea si es lo que quiere hacer. Pero admitamos las contradicciones, ambivalencias y precios a pagar.
Lo que no es justo ni equitativo es que las mujeres tengamos que llevar una responsabilidad tan importante de manera individual y que, cuando somos exitosas en el cumplimiento de nuestro rol femenino definido por el patriarcado, nadie se acuerde de nosotras. Pero si incumplimos los mandatos del sistema nos llaman de todo menos bonitas.
Se habla en nuestro nombre, se decide por nosotras, se mira por el bien de la criatura y el posible padre está desaparecido ¿Y nosotras qué? Pues tendremos que ver cómo nos organizamos y organizamos la tarea de la crianza y el cuidado de las personas dependientes para que, siendo un bien común, también sea responsabilidad de todas y todos.

1 comentario:

  1. Estoy contigo amiga!!

    Realmente los discursos en torno a las virtudes del regreso a la domesticidad siempre existen y mas radicalmente en dificultades económicas, así que yo tampoco veo ingenuo el artículo. Hay que volver a releer a Friedan y "la mística de la feminidad" y recordar "el problema que no tiene nombre" para seguir exigiendo nuestros derechos como trabajadoras y dejar de responsabilizarnos en exclusiva de tareas que benefician a toda la ciudadanía pero sólo nos perjudican a nosotras.
    Jeza

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